positivo:
Destacaría el trato del personal del hotel, en especial de los camareros, Doña Elisa y D. Jhon. En general un trato personalizado, atento y amable de todas las personas. Luego también las increíbles vistas, y unas instalaciones muy bonitas y confortables, decoradas con muy buen criterio. Un hotel muy tranquilo, que invita a la relajación, y a la vez un lugar con encanto, muy romántico, recomendado sin duda para parejas. El spa muy vistoso, con vistas al mar, atendido por una chica muy amable igualmente. Aparcamiento gratuito y holgado, lo cual es de agradecer, una piscina de las llamadas infinitas espectacular y una zona de terraza/bar con camas y unas vistas preciosas. El Jacuzzi en la terraza de la habitación es una maravilla. En realidad yo sólo puedo mostrar agradecimiento al hotel puesto que para empezar nos ofrecieron una habitación superior al vernos ir con nuestra hija de ocho años, con lo que tuvimos un dormitorio para nosotros y otro para ella, luego también nos sirvieron comida japonesa un día distinto del previsto por petición nuestra, buscaron actividades a nuestra hija para que pudiéramos disfrutar del spa (cuando ese hotel no las tiene propias, dado que está más enfocado a adultos, aunque a los niños los tratan estupendamente), nos hicieron hueco en el spa para amoldarse a los horarios de la niña. En cuanto a los cócteles, preparan unos mojitos buenísimos y con esmero, y no se olvidaron de preparar uno a la niña sin alcohol con zumo natural. Y en cocina idem de lo mismo, una muy buena cocina. El desayuno es bufet, pero todo con primeras marcas originales y envases originales, embutidos ibéricos, etc, todo lo necesario para tomar un buen desayuno de calidad. En cuanto a la cena, no hay bufet, la media pensión incluye comer a la carta, con servicio en mesa, y unos platos muy ricos. Con nosotros se portaron muy bien, y pensamos volver cuando podamos. Creo que el lema de estos días han sido "en este hotel no se puede desear en voz alta, porque como te escuchen te lo conceden"
negativo:
Quizás encontramos algo duras las camas, y en la ducha echamos en falta la típica "alcachofa", aunque esto sólo serán costumbres nuestras, sin importancia.
La única peguilla, por poner alguna, fue con el servicio de limpieza en habitación (no en el resto del hotel), ya que las chicas andaban un pelín despistadas, nos faltaron toallas (no se dieron cuenta que íbamos tres), albornoces, y cepillo de dientes (pese a ha haberlos pedido), y quizás habría que hacer un repaso de limpieza general un poco más a fondo. No son grandes defectos, que seguramente son solo puntuales.